Veja abaixo trecho de matéria do jornal espanhol El País do dia 10/08/2010 sobre leitura entre jovens. O texto é de Inmaculada De La Fuente e a foto de Alfredo Jiménez.
A los 12 o los 14 años un libro puede paladearse como un helado. Los ojos ávidos de sensaciones fuertes, palabras que se deshacen en sabores, intriga hasta la última cucharada. Algo de chocolate oscuro, el cuerpo denso del pistacho, la ligera acidez de la mora. Los libros que prenden en la adolescencia son un señuelo para lecturas futuras. Expuestos a la fatal atracción de la literatura unida al cine y a las lecturas obligatorias de la ESO y el Bachillerato, los escolares acaban leyendo. Pero, ¿qué ficciones les acompañarán de por vida, qué personajes de los que pueblan ahora su cabeza permanecerán en ellas? Quizás vampiros que recitan a Bécquer o algún que otro Harry Potter disfrazado del Mío Cid. A pesar de todo, ningún Crepúsculo ensombrecerá a Romeo y Julieta ni borrará el eco del Lazarillo una vez leído.
Cada generación tiene unos mitos, sea Emilio Salgari ayer o Harry Potter y la serie Crepúsculo hoy. Junto a ellos el legado de Cervantes, Shakespeare, Baroja, García Lorca, García Márquez, Matute. Unos nutren su imaginario de héroes, sueños e imágenes. Otros ayudan a entender el mundo. ¿O no siempre?
Leer por placer o por obligación: el dilema está ahí. Algunos profesores piensan que leer La Celestina a los 15 años puede inducir a adentrarse en los clásicos. Otros arguyen que la lectura obligatoria de El Quijote o La Regenta a esa edad ahuyentará al joven lector. "Tengo dudas sobre si lo que se recomienda en clase es capaz de empatizar con los alumnos a los que va dirigido", afirma Pedro César Cerrillo, catedrático de la universidad de Castilla-La Mancha y director del Centro de Estudios de Promoción de la lectura y literatura infantil (CEPLI). No solo se refiere a los clásicos. "Cuando se habla de literatura juvenil observo disparidad de criterios y dispersión de títulos", añade. "No basta con que el libro desarrolle una temática juvenil. Tiene que tener calidad. Un elenco en el que entran Jack London y Julio Verne, pero no cualquier novedad coyuntural", precisa.
No es cierto que adolescentes y jóvenes lean poco. Según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros que publica trimestralmente la Federación de Gremios de Editores de España, el 97,3% de los jóvenes de entre 14 y 24 años encuestados se declara lector. Eso sí, el 81,2% especifica que practica lecturas digitales. "Los jóvenes de entre 12 y 18 años pueden incluirse en el grupo de lectores habituales, siempre que se entienda la lectura como una actividad que puede llevarse a cabo en diferentes soportes", explica Loles González López-Casero, directora del Centro Internacional del Libro infantil y juvenil (CILIJ). La fuerza de Internet es más grande que nunca. Aunque prefieren el soporte clásico a la hora de leer cómics, novelas o cuentos, se decantan por la pantalla para acceder a periódicos o blogs, además de determinadas redes sociales.
Las ficciones cambian al compás que lo hace el mundo. Y el modo de contarlas lleva el mismo camino. ¿Está cambiando el imaginario de los adolescentes actuales? ¿Varían tanto sus lecturas respeto a las de los adolescentes de otras épocas? Si los clásicos son el eje que une a las diversas generaciones, ¿los profesores de hoy piden los mismos autores que los docentes de ayer?
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